“Otra Mirada del Tango” Pepe Motta

Pepe Motta nace en 1943. A los 5 años empieza a estudiar piano. Sus padres tenían la concesión del bar del club Sirio-Libanés de la ciudad de Pergamino. Allí fue donde una profesora de piano de la ciudad, Lilita Melchiona de García, les pregunta a sus padres si le permiten a Pepe participar de sus clases como oyente, una hora por día, seis días a la semana. Es así como Pepe aprende a amar la música clásica.  Y aprende las notas musicales antes que el abecedario.  
A sus 8 años, su padre, que tocaba el acordeón de oído, lo manda a estudiar acordeón dos veces por semana, con lo que tomaba contacto también con la música popular.  Eso hacía que se sintiera entre dos mundos…
Y como una cosa trae la otra, recuerda que tocaba también en el cine, entre película y película, a cambio que lo dejaran entrar gratis. También que a los 14 años, su cartero, Gonzalito, le pide formalmente a su papá que permita a Pepe integrar su cuarteto “Los Ases”, en el que pasa a ser el único integrante que no tocaba de oído. Eso marcó una diferencia, ya que gracias a su conocimiento musical, a pesar de su corta edad, ya se destacaba como profesional de la música.  Al año es convocado por Normando Nobile, director de la mejor orquesta de la ciudad, donde empieza a tocar arreglos de grandes como Argentino Galván, el arreglador de Aníbal Troilo. Y empieza a amar el tango…
Le pregunto a Pepe qué es un arreglador, porque asumo que, como yo, algunos lectores no lo tienen tan claro… Y me explica que es la persona que toma la partitura y hace el arreglo musical para una orquesta. Es decir, si hay 3 violines, o 3 bandoneones, a cada uno le escribe la música que luego suena de manera armónica. Por ejemplo… los éxitos más grande de Aníbal Troilo son Queja de Bandoneón, La Cumparsita, Inspiración… todos arreglos de Astor Piazzolla.  Troilo le puso su creatividad y Piazzolla la adaptaba para él en particular.

Pepe considera un privilegio que recién a los 14 años sus padres pudieron comprarle su primer piano, porque eso hizo que durante 9 años tuviera que ir todos los días a la casa de su profesora. La clave de su romance con la música fue que nunca le tuvo miedo a leer partituras.

A los 15, ya con conocimientos y amor por la música clásica y el tango, la misma profesora les dice a sus padres que para crecer musicalmente Pepe tenía que ir a continuar sus estudios de música a Buenos Aires, y ellos no se opusieron. Su padre lo llevó y ya entonces se hizo socio de SADAIC.  Ya estudiando con Nobile, se atreve a hacer arreglos, que le daba a su maestro y éste le decía… “ponelo ahí…” y ni los miraba. Hasta que un día le dijo… “vos habías hecho un arreglo no? Vamos a mirarlo…”
A pesar de que ese arreglo incluía un cambio radical para lo que era el tango de la época   -“en lugar de terminar con el clásico ‘chanchán’ mi arreglo terminaba con un gran acorde” señala Pepe. “Mi maestro me dijo ‘vamos a estrenarlo’. A los pocos días me preguntó si me animaba a hacer otros cinco arreglos, que hice en unos pocos días, porque hay unas fórmulas prácticas para hacer arreglos en poco tiempo y por supuesto, las usé”,  confiesa.
Finalmente, con otros cuatro músicos de esa orquesta, formaron “Cuatro estrellas para el  tango” un grupo en el que, por supuesto, él era el arreglador. “Trabajábamos muy bien... hasta la irrupción de El Club del Clan, que destruyó el tango, la música nacional”, comenta Pepe. Eso los llevó a tocar otras melodías, como la música tropical, entre otras. También a conocer otra gente y otras formas comerciales.

En 1968 su actual esposa Marta entra y reina en su vida. Tuvieron tres de sus cinco hijos, tocaba en shows, cabarets, eventos, a la vez que Marta visionaba un enorme avance en su carrera si se venían a Estados Unidos.

Allá por el 77 conoce a Raul Lavié, y hace una temporada en Mar del Plata, conoce a Lalo Schifrin y a Julio Iglesias, graba con la Camerata Bariloche, participa de la Bienvenida al Papa Juan Pablo II, recibe ofertas varias de Pimpinela y también conoce a Guillermo Fernández, con quien finalmente se viene a Estados Unidos.
Aquí hace el Primer Festival de Tango de la ciudad de Los Angeles y el Consulado Argentino. Conoce a Leo Dan, que lo vincula con Luna Records. A los pocos meses graba “Las Joyas de mi Vida”, que estuvo en el #28 del Billboard durante un año, y “Lágrimas al Recordar”, que obtuvo el Premio Reconocimiento BMI a la canción más escuchada. Además, formó parte de Los Fugitivos, y graba un espectáculo en Las Vegas, entre otras actividades.
Hoy sigue tan establecido aquí como en Argentina con su fusión de tango y jazz. Hace unos años la vida les dio un susto de los grandes. Y desde entonces, junto a su inseparable Marta, van y vienen. Disfrutan, saborean el éxito que tan merecidamente lograron: él como músico, ella tras bambalinas.
En un momento de privacidad, se refiere a su esposa: “Marta te apuntala”, dice. Hay que ser muy especial… Fue y es mi motor”.
Cuando me quedo a solas con esta mujer fuerte y decidida que es Marta, le pregunto a ella  qué es Pepe para ella. Lanza una carcajada nerviosa y ya no puede hablar… Entonces, emocionada, balbucea que simplemente son algo que no se puede separar. ¤

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