Enrique Ahumada

Lugar de residencia:
Brooklyn, New York.

Háblenos de su profesión:
He trabajado como creativo publicitario la mayor parte de mi vida. Ahora me concentro más en estrategia; pienso cómo hacer para que las marcas se inserten en la cultura y sean relevantes para la gente. Me apasiona la intersección entre las marcas y las cuestiones sociales. Escribo sobre estos temas, publico artículos y hago las veces de curador de estos contenidos en medios sociales como LinkedIn.

¿Cuándo llegó a Estados Unidos?:
Llegué a Los Angeles en el 2000, un año y pico antes de la debacle bancaria en Argentina.

¿Qué es lo que más le gusta de este país?:
La idea de que las reglas están para cumplirse y que quien las rompe las paga. No digo que pase siempre, pero al menos la idea está ahí.

¿Qué cambiaría?:
Preferiría que habláramos más de culturas diferentes y menos de razas. Uno no puede cambiar el color de su piel, eso es irreversible. Pero si podemos reconocer diferencias y similitudes: eso nos daría la oportunidad de construir puentes o puntos de encuentro y reconocer los desencuentros, lo que nos separa. Así podríamos darnos una conversación.Rincón preferido del sur de California:
No sé si es exactamente el sur, pero mi lugar preferido es Santa Bárbara.

¿Qué es lo que más extraña de Argentina?:
Mi hija Julieta, los amigos queridos y el clima de ciertos bares que son muy inspiradores para mí. Y también algunos códigos que aquí no tenemos: en Buenos Aires uno dice “¿Nos tomamos un café?” y el otro entiende “¿Charlamos un ratito?”

¿Por qué cree que Argentina debería ser nuevamente una potencia?:
Brasil tiene mentalidad de potencia, la Argentina no. Brasil heredó de la corona lusitana la idea de imperio, de potencia. Cuando Napoleón invadió la península los portugueses se llevaron la corona y sentaron sus reales en Manaos, sobre el Amazonas. Y lo dejaron sin trono para ocupar. Con el reino de España fue distinto: despachó a los Borbón a Francia y lo sentó a Pepe Botella en el trono, pero las colonias no lo reconocieron como soberano. Por eso en Buenos Aires agitaban cintas celestes y blancas -los colores de la Casa Borbón-, durante lo que nuestros historiadores vernáculos llaman “La Revolución de Mayo”. Me parece que mucha de nuestra mitología fundacional es pura sanata. De ahí venimos y no logramos imaginarnos hacia donde vamos.

¿Por qué cree que estamos como estamos?:
Porque somos un país de creativas individualidades con una total falta de sentido de equipo. El seleccionado de la AFA es un buen ejemplo. Nosotros creemos que Dios es argentino y para ganar le prendemos velas al santo de turno: San Maradona, San Messi… o sea, sálvese quien pueda. Los alemanes, para dar un ejemplo contrario, sacan a la cancha un equipo que funciona articuladamente como una división Panzer. El equipo es una metáfora que no cuaja en el cerebro argentino. Y así nos va.

Los tres argentinos más ilustres de nuestra historia:
José Hernández, Jorge Luis Borges y Juan Manuel Fangio.

Hobbies:
Fotografía y viajes.

¿Tango, folclore o rock?:
Me gusta la música de Buenos Aires: Piazzolla y los músicos y creadores que siguieron el camino que Astor abrió. Cuando escucho “Verano porteño” es como si estuviera cruzando la 9 de Julio un mediodía de diciembre. Y con “Adiós Nonino” me agarra la nostalgia y extraño a mi viejo.

Un libro:
Cien Años de Soledad.

Una película:
Apocalypse Now.

Película argentina favorita:
9 Reinas.

Actor:
Javier Bardem.

Actriz:
Julianne Moore.

Una canción:
Imagine.

Un héroe/heroína de la vida real, más allá de familiares y amigos:
Raymond Carver.

Un sueño realizado:
Julieta y Tomás, mis dos hijos.

Un sueño por realizar:
Malcriar a mis nietos, si es que algún día mis hijos deciden hacerme abuelo. ¤

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